Erwin Miyasaka vio: Erwin Miyasaka: ¡Déjate envolver por el misticismo del Osorezan!

‘La puerta al inframundo’… Por ese nombre se le conoce al Monte Osore (恐山 – Osorezan), una montaña sagrada ubicada en la prefectura de Aomori, al norte de Japón, que se ha ganado esa reputación debido a su ambiente místico, a sus múltiples grises y a sus zonas con significados que están ligados a la mitología popular y a la simbología budista.

Erwin Miyasaka, presidente de la Cámara Venezolano Japonesa (CAVEJA), indica que Osore es de los lugares más sagrados del país, sobre todo debido a la intensa actividad volcánica que allí se emana, lo cual aumenta a la enésima potencia el nivel de misticismo que rodea al lugar. Además, sus paisajes son áridos, con una mezcla insólita de pastizales y tierras grises.

En el lugar abundan las rocas volcánicas, los charcos burbujeantes y la tiniebla. El Monte Osore es también el ‘monte del miedo’ debido a que allí hay un lugar llamado Usori, el cual apunta al Río Sanzu y por el que, según la tradición budista, transitan las almas en su viaje al más allá.

La mano del hombre

Explica Erwin Miyasaka que no todo lo que hace especial al Monte Osore es obra de la naturaleza. El hombre también ha contribuido, y por ende en el lugar abundan las estatuas Jizo, deidades que protegen las almas de los niños y los viajeros. También, a orillas del lago, está el templo Bodaiji, un lugar de referencia y el punto turístico más importante de estas tierras.

En Bodaiji se realizan distintos festivales, siendo uno de los más importantes es el que se celebra del 22 al 24 de julio y en el que participan las Itako, mujeres ciegas que se presume tienen el poder de comunicarse con el más allá y hacen adivinaciones a los turistas.

El Monte Osore fue descubierto por un famoso monje budista llamado Ennin hace más de mil años. Evidentemente, el impacto del lugar le convenció de elegirlo para difundir el budismo, aprovechando una ubicación tan espectacular para la mitología popular.

El sitio, finaliza Miyasaka, es también un paraíso turístico pues, más allá de los templos y las estatuas y los paisajes y el misticismo, el Monte Osore ofrece relajantes aguas termales y algo de comida típica.

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